Después de la muerte del cuerpo o desencarnación, el espíritu se encuentra en un plano astral acorde con su nivel de evolución.
Una vez en el plano astral y al cabo de un cierto tiempo variable en cada caso particular, el alma comienza a experimentar como un cansancio y presiente y comprende la necesidad de sumirse de nuevo en la materia, para adquirir nuevas experiencias, de la misma forma que le sucede a la persona que lleva muchas horas de vigilia, y llega un momento en que experimenta sueño y cansancio, y comprende que es llegado el momento de retirarse a dormir y a descansar.
Los procesos de reencarnación como los de muerte física del cuerpo, difieren unos de otros según el estado de conciencia de cada individuo en particular.
En cualquier caso, siempre resulta al Ser más doloroso el reencarnar que el morir físicamente, porque al morir se libera del plano físico y al nacer pierde sus facultades como espíritu y su libertad como tal.
Durante su situación prereencarnatoria, el alma se siente impulsada hacia los que van a ser sus progenitores, y hacia el que va a ser su ambiente físico por una especie de corriente magnética, que supone una fuerza de afinidad que le atrae hacia el que va a ser su escenario físico, y se va sumiendo en un profundo sueño, más pesado a medida que transcurren los meses del embarazo y su cuerpo carnal se va formando y moldeando, y cuando finalmente llega el momento del nacimiento, cae en una especie de estado comático de turbación, similar al que experimenta en Ser con la muerte del cuerpo pero de más prolongada duración, similar al que experimenta el Ser con la muerte del cuerpo, pero de más prolongada duración.
Podría decirse que el Ser experimenta una “muerte” en el mundo astral, tal como anteriormente la experimentó en el mundo físico a donde regresa nuevamente.
Una vez reencarnado, permanece mucho tiempo somnoliento. Esta situación dura el mismo tiempo que dura la primera infancia, y después va recobrando poco a poco sus facultades que quedan limitadas por la materia.
La corriente magnética antes mencionada, le impulsa hacia el nacimiento en la carne, en el seno de la familia que le va a dar la herencia genética adecuada, en el ambiente adecuado, y que le prestará la adecuada situación karmica, dependiendo también para ello de los lazos de amor o de odio que la unirán a sus futuros familiares.
Antes de la fecundación del óvulo, el Ser entra en estrecho contacto fluídico con el cuerpo astral de la madre en particular, así como de forma mas general con ambos padres.
Por tanto la unión del alma con el cuerpo comienza con la concepción, y se completa en el momento del nacimiento, pero no está consolidado totalmente este proceso, hasta que el niño cumple los siete años. Hasta el momento su protección espiritual permanece muy próxima al Ser reencarnante, y a partir de esa edad aproximadamente, le siguen a más distancia, dejándole así más libertad de acción en su vida como humano.
Durante el embarazo el Ser reencarnante, no está encarnado, sino ligado al feto por lazos Fluídicos del periespíritu, que actúa como molde de las formas y características físicas del cuerpecito del niño, al que va dando forma con arreglo a los factores karmicos grabados en el alma reencarnante, y materializando así el arquetipo de su futuro cuerpo físico.
Los Maestros karmicos o Espiritus Constructores, planifican, diseñan y consultan minuciosamente los planos cromosómicos del organismo que tendrá el Ser reencarnante, así como de los diversos órganos del cuerpo que deberán ajustarse a lo dispuesto para ellos por la ley del karma.
Una vez planificado y organizado el nuevo cuerpo, condicionan el molde etéreo, ajustando y reduciendo las vibraciones del periespiritu reencarnante, dentro del recinto uterino, en donde actúa como molde y energía aglutinadora e impulsora de la multiplicación celular y de las formas físicas, con arreglo al cuadro genético aportado por los futuros padres.
Las cualidades y defectos del periespiritu, que es el molde fluídico que da la forma a la materia, reaparecen en el cuerpo físico al que dan forma en una grosera copia del cuerpo astral.
A medida que va transcurriendo el tiempo de embarazo, se intensifica la unión fluídica con el futuro cuerpo y con el de la madre, dentro del molde uterino, al tiempo que va perdiendo gradualmente los puntos de contacto consolidados con el plano astral.
Durante este proceso, el cuerpo astral va tomando la plasticidad que le caracteriza, adoptando paulatinamente la figura del feto al que da forma, lo que supone cierto sufrimiento para el Ser reencarnante. Esto es debido a que el Ser con su periespiritu cuando se halla en el plano astral como desencarnado, adquiere y adopta las energías y fluidos propios de ese plano, de los cuales se tiene que desprender cuando vuelve al plano físico.
Mientras dura este proceso, el ser reencarnante sintoniza mentalmente con los espíritus instructores y guías que le ayudan en este proceso en el que comienza por adoptar la forma fetal, cuando es llegado ese momento, el Ser ya ha aceptado y comprendido la necesidad de volver a ser criatura para poder llegar después a ser un adulto.
Cuando el proceso reencarnatorio implica a Seres procedentes del bajo astral, entonces resulta en principio mucho más complejo todo este proceso, y difícil de llevar a cabo para los instructores que tienen la delicada y especializada misión de limpiar y acondicionar el alma del Ser reencarnante, convenciéndolo y adoctrinándolo sobre la difícil prueba que le aguarda en la vida, como una oportunidad de elevarse sobre sus miserias y sobre sí mismo, abandonando los planos inferiores en que se encuentra.
Espíritu de André Luiz a través del médium Francisco C. Xavier.
Es algo increíble y maravilloso. Esto también puede ser el hecho de que algunos embarazos son más complicados que otros? Tiene que ver con la resistencia que ejerce el espíritu en reencarnar? Abrazo enorme Aldana siempre es un placer leerte e interesante lo que compartis?
Nati hermosa, tiene que ver mas bien con un aprendizaje para ambos, tanto para los padres como para el bebe quién elige afrontar semejante prueba, aunque en cuestiones espirituales no hay una generalización, si no cada caso en particular conlleva diferentes experiencias.